Ya me ha llegado a los oídos comentarios como: "...se han pasado con la relación entre Marcos y los lobos..." Y entiendo que esto se dice porque ninguno de los naturalistas que conozco en sus observaciones ha podido estar o interaccionar con un clan familiar de lobos como lo hace el protagonista de la peli.
Mi opinión al respecto es que esa relación si se puede dar entre hombre y cánido. Y creo firmemente en ello, porque se ha podido establecer relación en muchos otros campos de la etología al mismo nivel que lo hace Marquitos.
Un buen ejemplo de ello, es una Alcaudona joven que varios fotógrafos amigos míos acostumbraron a comer tenebrios para poder fotografiarla hasta tal punto que el solo hecho de llegar en el coche a su territorio la alteraba y permitía que los fotógrafos se les acercaran.
Algo parecido pasa en los comederos de aves paseriformes y aquí en Córdoba lo he podido comprobar: pones las magdalenas, las pipas...y mientras montas el hide: un carbonero y un herrerillo ya están comiendo del festín que les has preparado sin ni tan siquiera meterte en el hide.
En el caso de los mamíferos, un familiar mio pudo finalmente ofrecerle galletas maría a una gineta que empezó entrando en el gallinero del cortijo. Y si me apuráis recuerdo lo que un amigo mío, en sus constantes observaciones de linces ibéricos en la Sierra de Andujar, había podido conseguir: que un macho tolerara su presencia en cada encuentro que tenían.
En fin, sea como sea, la película para los que sufrimos de "Pasión por el Campo" seguro que nos ha gustado, con puntualizaciones, pero nos ha gustado y nos ha encandilado, por su fotografía, por el pequeño Marcos, el lobito y el personaje del viejo de Sancho Gracia.
Si aun no habéis ido a verla, os recomiendo que lo hagáis pues merece la pena verla en el cine.
Saludos, Ivan.
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Calamón, comiendo cañas. 
